La Gallina Parlanchina.
Una tarde a la hora de la siesta, Avelina, la gallina parlanchina, entró a toda velocidad en la granja.
El cerdo, que dormitaba tranquilamente en su pocilga, pregunto:
-Oing, oing, oing! ¿Qué pasa? ¿Porqué armas tanto escándalo?, Avelina?
-!Se nos avecina una desgracia terrible!
La vaca dejó de rumiar y preguntó:
-!Muuuu! ¿Qué desgracia es esa, Avelina?
-!Me enteré de que el edificio que nos han construido aquí al lado es para un zoológico!
El alboroto que se armó en la granja fue indescriptible:
-!Muuuu! muuuu! cua cua, cua! Oing, oing, oing! !Hiii-aaah, hiii-aaah! Beee, beee!
!Pío, pío, pío !Miau, miau, miau, !Guau, guau! !Quiquiriquí!
-Muuuu! !No podremos vivir junto a animales salvajes! -exclamó la vaca.
-!Cua, cua! nosotros estamos civilizados!, añadió el pato.
-!Oing, oing! !Ellos no tienen educación! intervino el cerdo.
-!Ahhhjá, ahhhjá! !Ni cultura! añadió el burro.
-!Beee! !Nos quitarán la comida! -dijo la oveja.
-¿Les he contado alguna ves por qué los conejos tenemos el rabo tan corto?
-Ahora no nos interesa esa historia. Vamos a impedir que pongan un zoológico al lado de nuestra granja - dijo la gallina.
-Mi historia les demostrará que los animales salvajes no son tan terribles - dijo el conejo-. Escuche: Hace muchos años, los animales no tenían cola. Y un día, al rey de la selva se le ocurrió que nos sentaría muy bien..."
-Sí... A mí el rabo me favorece mucho me hace muy elegante... - interrumpió el asno.
-Y es útil para espantar las moscas - añadió la vaca.-Por esa razón -continuó el conejo, cansado de tanta interrupción -el rey león ordenó fabricar rabos de muchas formas, tamaños y colores; es decir, rabos para todos los gustos. Luego, hizo leer en toda la selva y los bosques del mundo el siguiente mensaje: "Se hace saber que el rey león dará un rabo a todos los animales que lo deseen".
El caballo llegó de los primeros y escogió un rabo muy bello.
Luego llegaron la ardilla, el elefante, la jirafa... Y todos escogieron un rabo que más les gustaba. Pero mi antepasado, el conejo se entretuvo por el camino y, cuando llegó sólo quedaba uno.
Era largo de color marrón y terminado en una punta blanca. Al conejo le gustó, pero, cuando iba a ponérselo, el tigre, que también había llegado tarde se adelantó y se lo quitó. El conejo se hechó a llorar: " !Buaaahhhh! !Con la ilusión que me hacía tener rabo! !Estaría tan buen mozo...!".
El rey de la salva se conmovió: "!Voy a conseguirte uno conejito", dijo. Y de color blanco. antes de que el tigre pudiese recuperarla, el conejo la recogió del suelo y se la puso. El tigre, enfurecido, se iba a arrojar sobre el conejo, pero...
"!Mira que buen mozo estoy con mi rabito blanco"!, decía el conejo, dando saltitos de alegría. al verlo tan contento, el tigre enterneció: "!Sí, es pequeño pero gracioso! Y te sientas muy bien: parece una bolita de algodón puedes quedarte con él", dijo. Y lo dejó en paz .el tigre miraba al conejo riéndose al verle feliz.
Así fue como, gracias a los tigres, los conejos tenemos rabo... Y esta historia demuestra que hace mucho, mucho tiempo, antes de que existieran las granjas, todos los animales vivíamos juntos.
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